viernes, 25 de diciembre de 2015

Carta para ti (Nº5)

Hola (resopla) hace mucho que no escribía por aquí; por aquí y por cualquier otro lado. Para qué ¿verdad?

No escribo por escribir, y no pienso por pensar. Para mi hacer esto es un problema (vuelve a resoplar), porque implica que la realidad es imperfecta.

Hesse lo llamó el estigma de Caín; yo lo llamo putada.

Pero los buenos de las farmacéuticas y psiquiatras han desarrollado pastillitas para no soñar, para que nuestro sistema neurosensitivo quede en un segundo plano, latente. ''¡Ya no hace falta reprimir ningún sentimiento! ¡Señores, os traemos el nuevo XXXX con más químicos que inhiben el cerebro, y con más dopamina para que te sientas lleno de vitalidad!'' Por favor, que alguien de las gracias a esta buena gente por quitarnos tantas y tantas aprensiones y preocupaciones vitales.

En realidad deberíamos dedicarnos a lo que somos: sismófragos; aparatitos con capacidad de percibir los matices más pequeños del entorno. Cuando solo conoces a uno de estos, y ves que salta, que sus marcadores se disparan, piensa que los demás sismógrafos saltan, aunque tu no los conozcas. Y si lo hacen es porque algo se está haciendo mal.

Con cariño,
cualquiera



sábado, 7 de marzo de 2015

Carta para ti (Nº4)

La invención de las siguientes dos palabras, las dos palabras más famosas, ''te quiero'', es consecuencia de la imposibilidad general del ser humano de expresar un sentimiento tan importante como el amor hacia otra persona. Estas palabras son mediocres: surgen como una necesidad de expresar algo que la mayoría de la gente no sabe, o no consigue por medios propios. Se debería dar a las personas las herramientas necesarias para que puedan comunicar la profundidad  real de su respectivo sentimiento, de cualquier sentimiento en realidad. Probablemente muchas cosas mejorarían... probablemente los malentendidos en cuanto a expresión de sentimientos terminarían.
 
También es verdad, que primero habría que definir qué es el sentimiento, y el amor, concretamente...
Estas herramientas deberían formar parte del plan pedagógico, base para todos.
Pero bueno, me ha quedado una carta corta y sobra papel por utilizar, espero que los árboles sepan perdonarlo. Lo mejor de todo es que quién escribe crea que van a publicar esto, jaja.
Hasta pronto. Con cariño,
Cualquiera.

martes, 3 de marzo de 2015

Carta para ti (Nº3)

¡Hola! Al final nos vamos a hacer amigos y todo.
 
Imagínate una carretera ancha, muy ancha, infinita. Imagínate que te dicen que si caminas por ella, llegarás a un lugar en el que te gustaría estar. Imagínatelo. Supón ahora que soy yo -cualquiera- que te dice, es más, que te promete, que si caminas por esta carretera, llegarás a un bonito lugar en el que te gustaría estar.
Espera un momento, ¿acaso soy yo el que tiene que opinar positivamente en tu lugar sobre ese lugar supuestamente bonito? No, faltaría más que ahora viniera uno -o varios- contándote el rollo de siempre: que si haces esto todo te saldrá bien; que si haces lo otro todo te saldrá mal.
Pues esto es lo que ha ocurrido con muchos grandes idealistas. Personas -algunas- cuyas intenciones eran buenas, pero debido a la frustración de ver que nadie camina por esa carretera que has tendido, y que realmente hace el máximo bien al mundo, obligaron a millones de personas a circular esa carretera. Lo que ocurrió no te lo cuento, ya lo sabemos todos.
Nadie te puede decir qué hacer o qué no hacer. El camino se inicia solo. Se entiende por esto que no se puede comenzar de manera artificial, a no ser que haya nacido de tu propia voluntad. Con todo, la emoción debe ser la raíz de esa acción: poner los pies en el camino.
Espero encontrarte en él, y si ocurre, genial, porque ya no estaremos solos, y la carretera es muy ancha...

Hasta la próxima. Con cariño,
Cualquiera.

jueves, 26 de febrero de 2015

Carta para ti (Nº2)

Hola de nuevo.
 
Para mi el tiempo es un problema, ¿sabes? Creo que el concepto de tiempo es el problema más grande que tiene la humanidad. Dependiendo de cómo se conciba se generará, de un modo u otro, el mundo en el que vivimos.
Cada persona es única; por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá un reloj interno diferente, que seguirá la subdivisión que tu le marques a partir de la importancia que otorgues a las mismas subdivisiones.
Sin embargo, a pesar de que seamos únicos, vivimos en comunidad. Es decir -y esto tendrá en cartas sucesivas más desarrollo- después de ser conscientes de la existencia del ''yo'', de mi mismo, hay que ser conscientes de la existencia del otro, del que está a mi lado, del que está andando ahora mismo por la calle. Por ello, hemos creado un sistema de medida del tiempo, común a todos nosotros. ¿No es maravilloso?, pensarás. Sí, está muy bien que tengamos el mismo sistema, para poder entendernos los unos a los otros.
La pregunta es: ¿este sistema se debe acomodar al nuestro, al de cada uno, o al revés? Pero esa no es la única pregunta. ¿Está bien este sistema? ¿Funciona bien para el ser humano, y el ser humano funciona bien en él?
La invención de este sistema de medida es orgánico, es decir, ha evolucionado, y probablemente evolucionará, a medida de que nuestras necesidades vayan cambiando. Sin embargo, en este sentido, y muchos otros, llevamos estáticos unos mil cuatrocientos años; un suspiro.
Aunque consigamos idear un sistema que subdivida el tiempo de tal manera que pasen rápido los espacios de trámite y burocracia vital, para llegar pronto a esos momentos en los que la tensión se relaja y puedes sentir felicidad con lo que verdaderamente te importa, sigue siendo un problema
A día de hoy, el tiempo es la búsqueda infinita de un anhelo, insatisfecho día tras día.
El paso siguiente es conseguir vivir toda una vida en un solo día; que ninguno de ellos transcurra sin sentirlo a pesar de que llegue el final del mismo y hayas perdido porque un nuevo día acaece.
''De la lucha renovada, de los malos resultados de todo''.
Volveré sobre el asunto, cuando lo tenga más claro.
Hasta la próxima, con cariño,
Cualquiera.

sábado, 21 de febrero de 2015

Carta para ti (Nº1)

Querido... -No, así no-. Hola, ¿Qué tal? -Piensa otra cosa-.
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Bueno, da igual; esta carta es para ti, para quién quiera leerla. ¿Esto qué es? ¿Un testamento quizá? No, un testamento no. ¿Alguna enseñanza? Tampoco. Entre tú y yo, la vas a cagar a pesar de que leas tal o cual cosa, o veas tal o cual película; hazme caso. Simplemente...
 
Somos civilizados: vamos a concierto, vemos películas, leemos libros, contemplamos pinturas... Cada vez más gente puede decir de carrerilla los títulos de la antología de los Beatles; cada vez más gente puede hablar sobre la filmografía de Tarantino y discutir sobre cuántos litros de tomate utiliza en sus películas; cada vez más gente posee un bagaje cultural muy considerable que, incluso, podemos decir que hemos logrado algún que otro objetivo como humanidad.
 
Sin embargo, todavía no hemos aprendido a vivir, a gestionar las tensiones internas del ser humano para lograr sentir felicidad; todavía no hemos concebido unas condiciones necesarias sostenibles que tiene que alcanzar una persona para que sus necesidades vitales se vean satisfechas; todavía no hemos aprendido qué es el Arte, o qué significa ser Artista; todavía no se ha dilucidado qué papel tienen las letras; todavía no se ha explicado la función de la música y su estudio; todavía hay muchos estigmas; todavía creemos que hay que llevar la razón; todavía no sabemos que lo importante es cómo vivir.
 
Con cariño,
 
Cualquiera.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Pablo; él como algunos otros...

Se volvió loco entre tanto estímulo.

Ya no podía discernir qué es verdad y que mentira.

Cualquier afirmación coherente dentro de un sistema de pensamiento lo consideraba lógico.

Tenía que empezar de cero. No podía vivir más en este gran relativismo.

Una cosa era gestionar la realidad lo mejor posible, vivir tirando; y otra era cambiarla, fabricar las mismas gafas para todo el mundo.

Tenía que empezar de cero, fabricar gafas para todos es muy caro; pero más difícil es colocarlas.

Todos tenemos dioptrías. Nadie se salva...

Pablo cogió su abrigo y se marchó, renovó su lucha. Siempre se salvaba por los pelos, porque al final, todos tenemos el deber de vivir.

sábado, 15 de noviembre de 2014

The Piano Man.

Dedicado a José Manuel Portela.

Habíamos quedado a las once de la noche en el obelisco con un cubano y su hermana.
Puntuales llegamos.                                                                                                                             
Pero mi amigo necesitaba ir al baño, así que le acompañamos.                                                              A la vuelta, estaban saliendo justo del coche.                                                                                     Nos saludamos.                                                                                                                               Llovía.                                                                                                                                                      Caminamos.     
La oscuridad encima de nosotros y las luces de la calle Real a los lados.                           
Los adoquines se morían de risa porque ellos no sentían la lluvia.                                                           Éstos brillaban como un prisma y nuestro calzado les salpicaba, callándolos.                                Debajo de un portal, un hombre tocando el piano.                                                                
Pelo cano, barba negra, chepa pronunciada y manos nervudas corriendo por las teclas.                         Ropa de circunstancia y cara escondida.                                                                                  
Siempre la misma melodía: ‘'Piano man''                                                                                                 Antes, pianista de Rosendo,  y proyectos grandes.                                                                                   Ahora, en la calle. Forma parte de la Real rúa y de la ciudad del faro de Hércules; cerca de donde se termina la tierra, en el otro extremo de su tierra de origen.                                                                 Ahora, llueve.
Él, ahora mismo, mientras leéis esto, sigue tocando, a pesar de todo.                                                     Su nombre, la canción que toca, que toca casi siempre.