martes, 3 de marzo de 2015

Carta para ti (Nº3)

¡Hola! Al final nos vamos a hacer amigos y todo.
 
Imagínate una carretera ancha, muy ancha, infinita. Imagínate que te dicen que si caminas por ella, llegarás a un lugar en el que te gustaría estar. Imagínatelo. Supón ahora que soy yo -cualquiera- que te dice, es más, que te promete, que si caminas por esta carretera, llegarás a un bonito lugar en el que te gustaría estar.
Espera un momento, ¿acaso soy yo el que tiene que opinar positivamente en tu lugar sobre ese lugar supuestamente bonito? No, faltaría más que ahora viniera uno -o varios- contándote el rollo de siempre: que si haces esto todo te saldrá bien; que si haces lo otro todo te saldrá mal.
Pues esto es lo que ha ocurrido con muchos grandes idealistas. Personas -algunas- cuyas intenciones eran buenas, pero debido a la frustración de ver que nadie camina por esa carretera que has tendido, y que realmente hace el máximo bien al mundo, obligaron a millones de personas a circular esa carretera. Lo que ocurrió no te lo cuento, ya lo sabemos todos.
Nadie te puede decir qué hacer o qué no hacer. El camino se inicia solo. Se entiende por esto que no se puede comenzar de manera artificial, a no ser que haya nacido de tu propia voluntad. Con todo, la emoción debe ser la raíz de esa acción: poner los pies en el camino.
Espero encontrarte en él, y si ocurre, genial, porque ya no estaremos solos, y la carretera es muy ancha...

Hasta la próxima. Con cariño,
Cualquiera.

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